miércoles, julio 29, 2009

- ¿cuánto vas a tardar? - me preguntaron.
Un aire gélido perforó mis poros, uno a uno, los alfileres fueron enfriando el poco calor que había albergado hasta ese momento mi cuerpo. Claramente vi como el invierno emanaba a través de aquella mirada inquisidora.
Mi cuerpo se hacía pequeño conforme la sombra de mi verdugo se alargaba sobre mis ojos.
No hice nada por unos segundos, la mente se quedó en blanco y nada más pude pensar... nada, pude pensar en nada.
Sentí como los músculos de la cara se aflojaban, las piernas, los brazos, la vida entera se colaba entre las rendijas de mi asiento. Mi sonrisa matutina de desvaneció como pintura bajo la erosión constante de la lluvia.
Vi claramente como penetraba el cuestionamiento en mi mente, espíritu y cuerpo. Carcomía mi razón y se libraba una batalla entre el quiero y el puedo; era una guerra mítica entre el qué dirán, cómo lo dirán y porqué me preguntarán.
Expectante de mi deliberación final esta persona me veía, sin rostro alguno ni mueca que atinara el revelarme qué quería escuchar.
- ¿cómo quiere que le conteste si no me dice qué quiere oir? - pensé.
- ¿porqué no simplemente me da una respuesta y yo se la contesto? - atiné.
Divagaba entre el ayer y el hoy; la ecuación se complicó cuando arribó el mañana. La nube de problemas sin solución terminó por abrumar la poca razón funcional que me quedaba... sé que no sé y no lo quiero decir; la pelea entre el quiero y el puedo se encarnizaba.
Miré hacia todos lados, pero sin mover los ojos. La luz comenzaba a dilatar mi retina y secar mis ojos ya lacerados por las constantes radiaciones. Los segundos continuaban pasando y una mueca saltó de ese curioso asesino; la faz inconfundible de alguien que espera una respuesta.
- ¿porqué quiere una respuesta de mi? - pensé un poco aliviado.
El desahogo menguó cuando observé como seguía expectante de una aseveración correcta a su reactivo.
- le diré que dos días, sé que puedo hacer cualquier cosa en dos días, esta no puede ser la excepción - este pensamiento duró un latido y desapareció - pero no... mi fiscal podría convenir mi final ejecución si este resulta ser mucho tiempo.
- claro que es mucho tiempo... ¿qué no pasa en dos días? ¡hay gente que escribe libros completos en dos días!
Su semblante seguía expectante, sabía que el tiempo se me acababa y no había articulado ninguna idea.
- un día... un día suena bien; suficiente para terminarlo todo; espera, en un día he vencido acérrimos rivales en batallas donde no doy tregua; un día es suficiente para recorrer incontables mundos y resolver problemas sin aparente solución, un día es una vida en muchas vidas.
Cambió su posición, el azote que me coadyuvaba tuvo que trasladar el peso de su cuerpo a la otra pierna. - demonios, que lástima que se dio cuenta - pensé. Si no hubiera acomodado su peso, esa extremidad se hubiera roto y mi interrogatorio estaría ya terminado.
- 6 horas. Si me esfuerzo lo suficiente y no sale nada mal, 6 horas serán suficiente para terminar, ¡claro! hasta necio me resulta en estos momentos no haberme dado cuenta que 360 minutos son demasiados minutos, tantos que no me los imagino.

Mis labios comenzaron a despegar la saliva seca que se había confinado en sus resquicios; logré desprenderlos. Mi diafragma comenzó a empujar el aire por mi traquea, mis cuerdas bucales comenzaron a vibrar para que mi respuesta emergiera del más sano de mis juicios:
- ¡En 2 horas está listo! - Sonreí... plácido, reconfortado y seguro de mi mismo. Los colores regresaron y el calor del confort en mi existencia cobijó mi semblante.
- ¿2 horas? - eso no había pensado - me admiré, pero no vacilé, claro que suena posible. Después de todo no estará tan difícil eso que tengo que hacer. - ¿qué tendré que hacer? - no importa, ¡2 horas es el tiempo suficiente!

Extracto de la mente de un desarrollador de software
cuando tiene que dar un estimado de tiempo
para terminar esa pieza de código que no comprende
pero tendrá el tiempo suficiente para hacerlo.