martes, junio 12, 2007

Desarrollando altura

Un fin de semana en la vida de un estudiante de vuelo en Trike

Viernes 8 de junio de 2007

El día cerraba con vientos que incrementaban su velocidad; el cielo cubrió la ciudad de Guadalajara con un manto de in-negociable humedad que azotaría nuestros techos mientras la gente pernoctaba. 4:30am, tormenta eléctrica henchida de estruendosos reclamos en el cielo.


Sábado 9 de junio de 2007
7:30am; con un dejo de mal presentimiento, me despierto y veo como la leve llovizna sigue tapizando los suelos de nuestra ciudad. Me comunico con nuestro gurü del aire (PK) y como mi amigdalítico pensamiento me lo informó, postergaríamos la salida una hora más en vísperas que el día abriera, la humedad bajara y el aire nos prestara su sustentación para salir a volar.

Puntualmente tomé mi automóvil después de 60 minutos, pasé por PK y nos dirigimos directo al aeroclub. Los charcos, el lodo y las pitayas putrefactas reinaban el panorama a 0 metros de altura sobre el suelo... pasaron 2 horas que, sin dejar de aprender cosas nuevas, estuvimos aferrados a la tierra y el agua: sin poder alzar el vuelo en búsqueda de más experiencia.

PK comenta '¿para qué le buscamos chichis a las gallinas?'; está todo lodoso, el ala se va a empuercar y en caso de problemas todo es lodo... no podremos aterrizar.
Con una profunda sensación de decepción regresamos a casa con un ferviente deseo que el sol secara sus lágrimas en la tierra y nos permitiera volar.

El día transcurrió seco y con calor... las aguas se recogen para retornar a su morada original: las nubes. No llovió en la Perla Tapatía, esperando que el fenómeno del micro-clima no nos jugara una mala partida, dormimos en espera del siguiente día.

Domingo 10 de junio de 2007
Despertamos sabiendo que la noche transcurrió con calma. El sol negociaba intensamente con las nuves ser el rey del panorama, como éste está acostumbrado; ¡nos dirigimos al aeroclub!

Dando vuelta en dirección del valle de San Marcos, una pared gris llenaba cada recobeco del área abierta; cada vértice de las montañas y estaba conteniendo una inmensa alberca de agua evaporada. Desolador.

Cuando el 'frustrómetro' arrancaba su carrera en dirección del cielo, permití que la suerte jugara un papel importante en mi decisión de proseguir al aeroclub en búsqueda de viento que se llevara esa intransitable masa de humedad.

Con una leve llovizna que mata las ilusiones de cualquier piloto, me abrí paso en los pozos; los habitantes seguían refugiados bajo el techo y sobre el suelo seco.

Llegamos al aeroclub; no llovía, pero estaba húmedo... la suerte una hora después sonrió: ¡emprendimos el vuelo! PK dijo: ¡Ok! ¡VAMOS PARA ARRIBA! ¡¡ BIEN !!
Importante para el mundo y obvio para el buen conocedor, después de llover la temperatura es baja, la atmósfera estable. La humedad genera una densidad que permite al ala subir rápido, mantenerse en el aire e inclusive batallar para bajar. Excelentes condiciones para un novato alérgico al suelo.

Inmediatamente para adelante: al mando; un ROTAX 912 aceleraba su paso por la pista. ¡MI PRIMER DESPEGUE EN PISTA! alcanzamos 80Km de velocidad de viento, liberé la barra, recobré, salida por la derecha, izquierda... caja de seguridad... postes de luz bajo nuestros pies: estábamos volando!

El panorama estaba gris, temperatura agradable... no importó qué se veía, si no el sentimiento de tocar el control, hacer giros por derecha e izquierda; inclusive recibir llovizna en el casco: no importó, seguíamos volando.

Una nube sentenciada a morir por nuestra hélice y 80 caballos de fuerza surcaba el cielo bajo en dirección oeste; sin lugar a duda ignoraba por completo su próximo final. Nos alejamos en dirección sur para ascender 10 metros sobre ella, jalando la barra la surcamos permitiendo que su presión, temperatura y blancura extrema nos cegara del resto de nuestro contexto. ¡LA CRUZAMOS! regresamos 2 veces más, de norte a sur, de sur a norte! ¡ADIOS NUVE! desapareció.

Bajando estrepitosamente a 2 metros sobre el suelo y la barra completamente retraída, 'borraceamos' el suelo de la laguna de San Marcos durante 40 segundos aproximadamente; yo al completo control y PK recordándome todo lo que puede pasar si existiese un 'sink' en estas condiciones. Con la 'botella de energía' llena, libero la barra y el Trike recobra, como temeroso del suelo, su vuelo con inconfundible alegría.

Vamos a bajar, PK me dice; vamos en dirección del aeroclub, alíneate. Comienza un recorte por la derecha en dirección sur, luego norte... termina tu aproximación final. Los nervios del aterrizaje continúan existiendo.... la seguridad del manejo ya existe, mientras exista altura y/o velocidad. Sin poder en la máquina y rompiendo una gradiente nos aproximamos con velocidad al suelo. En mi mente quiero liberar la barra, PK no me lo ha indicado y con respeto a la experiencia no lo hago. ¡libera suavemente! libero, 'ground effect', PK ¡jala! ¡jalo! ¡libera! toco suelo no tan suave como desearía... 'jala para tracción delantera' hace un pequeño salto el Trike, vuelvo a tocar tierra, jalo inmediatamente. ¡FRENA! ¡FRENA! PK: ¡no me asustes pues!... estamos en la cabecera de la pista a 90 grados con un dejo de PLACER total, no fue un aterrizaje digno de un premio novel, pero si gratificante para un piloto amateur que hizo, en este vuelo, su primer despegue en pista y su primer aterrizaje en pista al frente del mando principal.

Despegamos de nueva cuenta y de manera inmediata. Nos dirigimos a la laguna de Villacorona con más confianza, más experiencia y más ganas de disfrutar el vuelo. Youtube genera muchas ideas y borracear el agua (sin sumergirse en ella) suena una buena idea; PK estaba de descuento en los permisos de hacer cosas: ¡a aprovechar! navegamos a 50 metros sobre el suelo todo el borde de la laguna, sobre las casas. Un par de incautos volteaban al cielo admirados del Ícaro matutino que se les presentó a poca distancia; otros saludaba.

Jalando fuertemente la barra debido a la altura, seguimos volando a poca altura hasta llegar a Chimulco, Agua Caliente y demás centros turísticos que a pesar de la humedad, el poco sol y en general el clima, estaban llenos de gente mojando aún más sus existencias.

Seguí jalando la barra... comencé a recordar que el ciclismo de montaña genera fortaleza en las piernas más no en los brazos. Estas últimas extremidades empezaron a cansarse un poco, pero volar a baja altura vale completamente la pena: la gente, la textura del suelo, los árboles, autos, calles todo a gran detalle.

Pasamos 7 minutos aproximadamente circunnavegando la zona con pocos metros separándonos del suelo y muchos menos de las copas de los árboles. Emprendimos el regreso y mis brazos ahora si comenzaron a ceder. De regreso sobre la laguna comencé a ayudarme del brazo completo sobre la barra, pero la pérdida de control en esta posición es sensible. Regresaba con los dos brazos, colocaba otra vez todo mi peso de regreso. Decidí entonces acelerar para subir y liberar tensión del ala; cuando lo hice emprendió el Trike el vuelo hacia arriba y cuando sentí que la tensión bajaba solté acelerador: error. Entré en una pequeña pérdida y todavía no estaba a más de 70 metros sobre el suelo; PK con su característico estilo me lo hizo saber. ¡Correcto! no lo vuelvo a hacer y quedó comprendido, anotado y 'hard-codeado'.

Regresamos exitosos con un aterrizaje más suave al aeroclub y el descanso al cuerpo ahora si exigía materializarse. Después de un rato de platicar, retro alimentar y en general convivir, ALZAMOS el vuelo de nueva cuenta con 5 litros de gasolina, lo que obviamente significó un despegue, un breve vuelo y una aproximación desde el este a la pista rasurando la bandera de México fracturada por el viento, previamente, hasta tocar a media pista.

En fin; una jornada donde pasamos por dos autos atascados en el lodo, 2 partidos de foot ball, 5 balnearios, 1 nube muerta, 3 despegues, 3 aterrizajes y 1.5 horas de un extraordinario vuelo. Lo único que genera un día como este es esperar al próximo sábado para volver a hacer lo ya deseado desde ahora: acercarnos un poco más al sol.