jueves, enero 11, 2007

Mata perros

¿Cuánto vale una palabra... cuánto vale tu palabra?

Disciplina más compleja como la impecable costumbre de hacer valer tu palabra, es difícil de encontrar. Como el mismo término lo indica, im-pecable: sin pecado, sin falla, sin falsa interpretación, sin excusa, sin error, sin mentira.

Es complejo escalar la montaña; edificar lo que dices siempre con tal que se convierte en aval. Es sumamente sencillo caer... y caer rápido, de tal forma que tus promesas resultan tan válidas como el vaticinio de nosotros desarrolladores para entregar una pieza de código funcional. (Esta última falta a la promesa es comprendida y aceptada por la sociedad moderna ;)

Bajo la cultura e idea que el personaje es inocente hasta que se demuestre lo contrario, ganar la confianza de la gente es sencillo. Perderla, basta un error; y más si no se soluciona.

En el trabajo, familia y amigos, nuestra palabra debe considerarse nuestro tesoro más preciado, dignifica y nos hace valer como individuos; no la desperdiciemos, nos complica la existencia a la larga; sale más barato hablar siempre con la verdad en todos los sentidos que nuestro propio criterio permita.

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